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Ana Lambrecht

¡Oh, Romeo, Romeo! ¿Dónde estás que no te veo?

Actualizado: 26 abr 2019


Así comenzaba una rima infantil — aunque no muy inocente — que muchos recordarán sobre todo por su segunda parte que, lógicamente, rima con Julieta (se aceptan preguntas y comentarios, y... el que entendió, entendió ;P).


Como nobleza obliga, y siguiendo con uno de los objetivos principales de este espacio: JUGAR y divertirnos, lo primero que viene a la mente es la obra más famosa del gran maestro y padre de la literatura inglesa, William Shakespeare.

Como ya todos (en serio, me refiero a todos) saben que La más excelente y lamentable tragedia de Romeo y Julieta (1597) trata sobre un amor prohibido por pertenecer a familias enemigas, no me voy a detener en la historia en sí, sino en su popularización.

Habrán notado que ya introduje a esta tragedia como la obra más famosa del Guille, y lo es, precisamente, por su popularización. Pocas obras tienen tantas versiones, de índoles tan variadas y en medios tan diversos, como Romeo y Julieta. Desde otras obras basadas en ellos, pasando por el teatro, el cine, la televisión, las artes plásticas y... ¡lo que se les ocurra!, los amantes de Verona han sido reversionados, reformados, deformados, intervenidos, masacrados a diestra y siniestra (o a troche y moche, jeje) en todos los rincones del mundo. Pero como nos enfocamos en nuestro rincón, me limito a mencionar solo un par, que me interesan particularmente por la adaptación y la localización a países y culturas puntuales.


Una de ellas es la versión mexicana de 1975, adaptada como una serie independiente de dos capítulos, de El Chapulín Colorado, titulada La romántica historia de Juleo y Rumieta. Hablamos de una joyita por donde se la mire, una genialidad pura y completita, con drama, humor, acción... todo desde la perspectiva única de Chespirito.


Para quien quiera disfrutarla y volver a ser niño un ratito: https://www.youtube.com/watch?v=gHkeVvjoRcw


La segunda versión en la que me quiero detener un segundo es la obra teatral El romance del Romeo y la Julieta (2002), una producción autodenominada como “ópera tanguera” en la que los artistas en escena (entre ellos Florencia Peña y Guillermo Fernández como la pareja principal) cuentan la clásica historia a través de 120 fragmentos de los tangos más famosos de nuestro país. Tuve la gran suerte de ir a verla en su momento, en la temporada de Mar del Plata, y recuerdo que me resultó, además de ingeniosa, una adaptación extraordinaria. Siento que le debo a esa experiencia una parte de la mezcla de curiosidad y pasión que se despertó en mí no solo por la traducción en sí, sino por la localización, el tomar algo ajeno, extraño, a lo que estamos simplemente acostumbrados por la exposición que recibimos a lo llamado "neutro" (más adelante hablaremos de eso), y convertirlo en algo propio, familiar, que en verdad nos suene y nos resulte parte de nuestra cultura.


Les dejo un fragmento de la obra:


Pero por fin llegó el momento de jugar y de tomar esta historia tan querida por todos y hacerla un poquito más “nuestra”. Se me ocurrió empezar por la escena del balcón, una imagen que a todos se nos viene a la cabeza al hablar de Romeo y Julieta, y darle una vuelta de tuerca un tanto más actual, con una nueva rivalidad. Les presento:


El dramón re manija de @JennyCapu y El Remeo


Nuestros protagonistas son Jennieta Capucheto, hija de los históricos y renombrados Capu de San Isidro Chico, un barrio cerrado con salida al río, y El Remeo Ranchesco, un pibe humilde y honrado de la villa La Cava, con buenas intenciones y enamoradísimo de @JennyCapu. La rivalidad a muerte entre Facundo Ignacio Capucheto, padre de Jennieta, y El Ruben Ranchesco comenzó en la cárcel, donde la banda que armó El Capu (así se hacía llamar, tras ser encarcelado por malversación de fondos) asesinó al Mogra Benítez, padre del Mercacio, el mejor amigo de nuestro Remeo, y jefe de la ranchada rival. Como no podía ser de otro modo, El Capu compró su libertad días después; pero la venganza lo esperaría afuera.

Ahora veamos un poco qué anda pasando en ese balcón, donde acaba de salir nuestra heroína a pensar en Remeo, un chabón re copado que conoció en una rave de cumbia (lo nuevo entre los jóvenes que reniegan de las diferencias clasistas), y del cual se enamoró a primera vista, justo antes de enterarse de que se trataba de alto villero... [Aclaración: el tema de la clase, por lo que se ve, se le complica más a ella. Después de todo, una cosa es abrir la cabeza y otra es renunciar al viaje a Ibiza con sus amigas que le regaló papi para sus 16.]


JENNIETA (hablando a solas) —Ufa, Remeo, ¡Remeo! ¿Por qué te tenés que shamar Remeo? Renegá de tu viejo que es re loser, tipo que, te podés arrobar re distinto; y si no te cabe, prometeme que me vas a dar bola, y me lo cambio sho, sha no soy @JennyCapu, Jennieta Elizabeth Capucheto, y leeesto.

EL REMEO —¿La dejo seguir delirando o me la chamuyo ya?

JENNIETA —Vos no sos mi enemigo, pero tu nombre sí. Vos sos vos, no un Ranchesco. ¿Qué es un Ranchesco? Esos altos tubos, esa espalda divina, ese estante que me pongo re manija... todo eso no hacen a un Ranchesco, eso te hace a vos. ¡Cambiá de nombre! Mandá fruta en el registro. A ver, ponele que al mate, eso que tomás vos, le mandás otro nombre, corte código, te va a seguir re cabiendo. O que la birra sha no se shame birra, le seguís entrando igual. Listo, si te clavás otro @, vas a seguir estando más bueno que comer con los dedos y te sigo re dando. Borrá ese nombre, Remeo, que eso no sos vos, no te define, chabón. En vez de tu nombre, agarrame a mí, ¡que me re saco mal, wuu!

EL REMEO (en voz alta a Jennieta) —Me re cabió la onda, Jennieta. Vos decime como te pinte, pegame y llamame Roberto, y a Remeo lo mando a freír churros.

JENNIETA (mirando debajo del balcón, a oscuras) —Eh, ¿qué hacés? ¿Quién sos que te escondés entre los shushos y me escuchás flasheando? ¿Cómo te shamás, man?

EL REMEO —Ni a patadas te digo mi nombre, me vas a sacar cagando aceite... Mi cosita, alta mamaza, mi nombre me manda al muere, mal. Si pudiera, cazaría a ese “Remeo” y lo haría bosta contra el sopi.

JENNIETA —Leeeesto, sha te re saqué. Tu voz me re suena. A que sos Remeo, el pibe de los Ranchesco.

EL REMEO —Zarpada en careta sos al final, no soy nada, ¿sabés? Ya caí que a vos no te va ni a patadas de ninja, te hacés la milipili.

JENNIETA —Cashate, boló. Amm... nada que ver. ¿Cómo te mandaste hasta el balcón? Tenemos alta pared en el barrio, con milicos, todo. Si te enganchan, fuiste, man. Sos Ranchesco, te ve mi flia, y no la contás, bro.

EL REMEO —Me vine volando, mamu. Para ver a tremenda burra, hasta me salieron alas. Me gustás tanto, que ni esta pared me va a parar. Que vengan los cobanis de tus tíos, tus primos, el vecino, el sodero, los agarro a piñas a todos juntos.

JENNIETA —Te ven y te hacen boleta, ahre.

EL REMEO —Acá lo peligroso son esos ojitos, corazón, no que me tire piedras tu viejo. Vení, dejame que te toque un poquito, chapemos un rato, y de ahí me le paro de manos al que se me haga el guapo.


Ya todos sabemos cómo termina esto... Perseguidos por ambas familias, deciden clavarse una mezcla explosiva de paco y éxtasis, que termina por matarlos de una sobredosis de locura y amor. Al final, el corazón de Jennieta pudo más que las diferencias que le metieron en la cabeza...


Uff, qué tragedia la de Jenny y Remeo. Mejor volvamos a la realidad, donde me cuentan qué les pareció la idea (a los que entendieron todo) y me preguntan todo lo que quieran saber, las dudas que quieran sacarse nuestros amigos de otros países.


Renuevo la invitación a jugar conmigo, comentar, compartir sus producciones, sus ideas y lo que quieran. ¿Quién dijo que la (llamada) alta literatura no es divertida además de enriquecedora?


¡Mi espacio es su espacio! XD

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1 Kommentar


cocofram25
14. Juni 2021

Vine buscando repuestas para un tp y encontré estabilidad emocional, gracias capo se te quiere

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